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Se venía rumoreando desde hace varios días, pero hasta ahora no se ha confirmado oficialmente: ¡¡Se ha descubierto un planeta parecido a la Tierra orbitando una estrella vecina!!

Esto es un notición, se mire por donde se mire. Primero, porque la estrella, Próxima Centauri, es la más cercana a nuestro sistema solar. Segundo, porque el planeta, al que han llamado Próxima b en un alarde de creatividad, parece ser rocoso y sólo un poco más masivo que la Tierra.

Pero lo que nos tiene más emocionados a todos es que los resultados presentados hoy indican que Próxima b orbita la llamada “zona habitable” de su estrella. Esto lo convierte en el planeta más cercano con posibilidades de albergar vida descubierto hasta la fecha.

“Conseguir encontrar el planeta terrestre más cercano fuera del sistema solar ha sido la experiencia de nuestra vida”, explica emocionado Guillem Anglada-Escudé, líder del proyecto e investigador de la Queen Mary University of London. “Este éxito se ha logrado gracias a la dedicación y pasión de un buen número de investigadores internacionales”, añade.

Próxima Centauri es una estrella pequeña (tiene sólo un 12% de la masa del Sol) y relativamente fría perteneciente a la familia de las enanas rojas. Se encuentra a una distancia de 4,24 años luz de nosotros, lo que quiere decir que su luz tarda cuatro años, tres meses y 18 días en llegar a la Tierra.

Esta distancia es minúscula si la comparamos con los tamaños típicos del universo (nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene un diámetro de 120.000 años luz), pero sigue siendo inmensa para nosotros, simples humanos. Para que nos hagamos una idea, a la velocidad de la nave que llevó a los primeros hombres a la Luna tardaríamos unos 115.000 años en llegar a Próximo Centauri.

Sin embargo, la noticia sigue siendo muy importante, porque añade otro granito de arena a una idea que cada vez tenemos más clara: El universo está plagado de planetas parecidos a la Tierra, y muchos de ellos reúnen condiciones para la vida.

El vaivén de una estrella

spectroPróxima b no ha sido visto directamente, sino que se ha detectado estudiando su efecto sobre la estrella a la que orbita. Un planeta está ligado a su estrella por la enorme atracción gravitatoria que ésta le ejerce, pero la estrella a su vez también se ve ligeramente afectada por la masa del planeta. Así, en realidad el sistema estrella-planeta gira en torno a un punto llamado baricentro (ver figura).

Por tanto, si se detecta ese tipo de vaivén en una estrella, se puede sospechar que hay algún planeta orbitándola. El análisis de los datos permite calcular la masa del planeta y el tipo de órbita que tiene (más información en Exoplanetas: Buscando otra Tierra).

La investigación que ha permitido encontrar Próxima b, publicada en la revista Nature, ha usado datos tomados entre los años 2000 y 2008 en el Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile, y observaciones adicionales realizadas durante 2016 desde el Buscador de Planetas por Velocidad Radial de Alta Precisión (HARSP), también en el ESO.

Las observaciones indican que la estrella Próxima Centauri se acerca y se aleja cíclicamente de la Tierra a una velocidad similar a la del andar de una persona (unos 5 km/h). Con estos resultados, Anglada-Escudé y su equipo han podido deducir que Próxima b orbita a 7 millones de kilómetros de nuestra estrella vecina, dando una vuelta cada 11,2 días a su alrededor.

Teniendo en cuenta la temperatura de Próxima Centauri y el tipo de órbita de Próxima b, resulta que el planeta se encuentra en la “zona habitable” de la estrella. ¿Habitable? ¿Eso quiere decir que hemos encontrado vida extraterrestre? No. Vayamos por pasos…

La zona habitable

Por “zona habitable” se entiende la distancia a la que debe estar un planeta de su estrella para poder tener uno de los elementos que se consideran fundamentales para la vida (tal y como la entendemos por ahora): agua líquida. Es fácil ver que si un planeta está muy cerca de su estrella el agua se evaporará, mientras que si se encuentra demasiado lejos sólo podrá existir en forma de hielo (ver imagen inferior).

En realidad el concepto es bastante más complejo, pues intervienen aspectos como el tipo de atmósfera del planeta o su composición interna. Pero lo que parece claro es que cada estrella tiene a su alrededor una franja en la que un planeta podría, hipotéticamente, albergar vida.

Por tanto, ¿qué podemos decir por ahora de Próxima b? Pues que parece que se encuentra orbitando en una zona compatible con el agua líquida.

¿Para esto tanto bombo y platillo?

Bueno, el dato por si sólo ya es importante, pues de momento no se conoce ninguna forma de vida que no requiera de agua líquida, el entorno en el que se producen las reacciones bioquímicas.

Pero además, los resultados han permitido calcular que Próxima b tiene una masa un 30% mayor que la de la Tierra. Esto indicaría que es un planeta rocoso y, posiblemente, parecido al nuestro.

“Si futuras investigaciones concluyen que las condiciones de su atmósfera son adecuadas para la vida, este sería posiblemente uno de os descubrimientos científicos más importantes que hayamos hecho nunca”, explica John Barnes, colaborador del estudio desde The Open University.

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Estas son las buenas noticias. Pero también las hay malas.

Resulta que un planeta que se encuentra en la “zona habitable” no tiene porque tener agua líquida, ni siquiera una atmósfera compatible con la vida. En el caso de Próxima Centauri (y de las enanas rojas en general) el problema podría ser su alta emisión de radiación. 

Próxima Centauri tiende a lanzar al espacio radiación muy energética de manera súbita. Como consecuencia, es posible que Próxima b esté recibiendo un flujo de rayos X unas 400 veces superior al que recibimos en la Tierra por las emisiones del Sol. Esto podría erosionar su atmósfera (si aún no ha desaparecido) o, incluso, imposibilitar el desarrollo de las primeras formas de vida.

Tampoco sabemos si el planeta tiene un campo magnético, parecido al terrestre, que pueda proteger la vida de dicha radiación estelar. Ni los elementos que lo componen, ni si tiene otros planetas vecinos.

Así que debemos esperar para echar las campanas al vuelo, pues falta mucho por descubrir. A medida que vamos encontrando más y más exoplanetas en miles de sistemas estelares lejanos nos asaltan nuevas preguntas y retos. Pero esto no es un problema, es simplemente la manera en que avanzamos hacia lo desconocido.

La noticia de hoy es un paso más, un hito en un camino que no tiene final. Disfrutemos un rato del hallazgo, para luego seguir el viaje más apasionante de la humanidad. Buscar siempre más allá para encontrarnos a nosotros mismos.

En palabras del propio Anglada-Escudé: “Esperamos que estos resultados inspiren a futuras generaciones a continuar mirando a las estrellas. El próximo paso es la búsqueda de vida en Proxima b”.

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