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Después de meses de retrasos y rumores, Space X lanzó ayer por la noche el primer cohete Falcon Heavy desde Cabo Cañaveral (EEUU). El lanzamiento fue un éxito y es importantísimo porque supone el vuelo inaugural del cohete más grande y potente en servicio, capaz de poner casi 64 toneladas de carga en órbita baja. Para poner dicho número en contexto, basta decir que el siguiente cohete más potente en servicio es el Delta IV Heavy, de la empresa ULA, que puede lanzar alrededor de 29 toneladas en orbita baja. ¡Menos de la mitad!

Además, el lanzamiento nos dejó una imagen que quedará para la historia de la astronáutica: las dos etapas laterales descendiendo en perfecta sincronía hasta aterrizar juntas en sendas plataformas contiguas. Una proeza tecnológica que hace pocos años habría parecido una locura y que la tozudez de Elon Musk y sus ingenieros ha convertido en algo que ya casi no es ni noticia.

Sin embargo la alegría no fue completa, pues la etapa central intentó aterrizar en la barcaza autónoma Of Course I Still Love You, frente a las costas de Florida solo 21 segundos más tarde del éxito de las dos etapas laterales, pero no logró encender dos de sus tres motores y se estrelló contra la superficie del océano a casi 500 km/h.

Otra fotografía que se recordará durante mucho tiempo es la del Tesla Roadster rojo alejándose en silencio de la Tierra. El descapotable seguirá una órbita elíptica que pasará por el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Al volante pudimos ver a un maniquí, bautizado como Starman, vestido con el traje de presión que la empresa planea usar en la nave tripulada Dragon 2. A bordo del Tesla viajan varios objetos emblemáticos, incluyendo un disco con la colección de las obras de Isaac Asimov. Algunos opinan que, lanzando su propio coche, Elon muestra su megalomanía. Para mi es simplemente otro ejemplo de su enorme esfuerzo para poner la exploración espacial de moda. Y lo está logrando, gracias a una perfecta combinación de imaginación, marketing y, sobre todo, muy buen trabajo.

Pero el lanzamiento fue mucho más que la puesta de largo de un poderoso cohete comercial. Ayer fuimos testigos de un nuevo paso en el ambiciosos plan de Elon Musk y Space X: la colonización de Marte. Para ello se necesitan cohetes mucho más potentes que los actuales, así como un dominio total del aterrizaje vertical y la reutilización de las etapas. Ayer el primer lanzamiento de pruebas del Falcon Heavy demostró que el camino está ahí, listo para ser recorrido. Y la verdad es que hoy me he levantado con la agradable sensación de que el planeta rojo está un poquito más cerca.

 

 

 

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