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¿Alguna vez te has planteado cómo puede ser que una radio (made in China) cueste 9,50 euros? Esa radio lleva una antena, componentes electrónicos, un altavoz. Alguien la diseñó y alguien la ha montado. Ha sido transportada a lo largo de 9.000 kilómetros. Y el precio final de todo el proceso… ¿¿menos de 10 euros??

¡Está claro que no salen los números!

Pero esto no sólo pasa con las radios chinas. ¿Te parece normal que una mesilla de IKEA cueste 12,99 euros? ¿Y las camisetas de Zara, fabricadas en Bangladesh con algodón Paquistaní, pueden valer 15,95 euros?

La respuesta es NO. ¡Claro que NO!

Entonces, ¿quién (o qué) paga la diferencia entre el coste real y su precio de mercado?

Creo que a estas alturas todos lo intuimos, aunque probablemente preferimos no pensar mucho en ello. Preferimos no saber que hay millones de personas pagando esa diferencia en forma de precariedad laboral, explotación infantil, muerte y miseria. También el medio ambiente se encarga de pagar una parte de la factura: deforestación, expolio de recursos en el tercer mundo, contaminación,…

El sistema capitalista que impera en el primer mundo requiere que no paremos nunca de comprar, que la rueda del consumo vaya acelerándose para que las grandes multinacionales ganen y ganen y ganen. Nos dicen que si dejamos de consumir el sistema colapsará y todo se vendrá abajo. Nos bombardean con publicidad, creando necesidades falsas. Nos prestan dinero a precio de oro. Y nosotros tragamos y consumimos de manera compulsiva, pensando que así seremos mucho más felices. Haciendo ver que no somos conscientes de lo que estamos provocando al hacerle el juego al sistema.

¿Qué más nos da si un pantalón ha sido teñido por una niña de 11 años, sin protección contra los productos químicos tóxicos usados en el proceso? Lo importante es que está casi regalado, ¿no?

Pues no, claro que no. Nuestros hábitos de consumo nos posicionan, y si nos importa la justicia social y el medioambiente tenemos que empezar a asumir que debemos ser responsables. Seguro que alguna vez has comprado algo en una tienda de “Comercio Justo”, y probablemente habrás pensado que era muy caro. A mí me pasa. ¡No estamos acostumbrados a pagar más que una pequeña parte del precio real de las cosas!

HÁBITOS DE CONSUMO RESPONSABLES

Por consumo responsable entendemos la elección de los productos y servicios no sólo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social, y por la conducta de las empresas que los elaboran.

Además, es muy importante consumir sólo lo necesario, y estar atentos a cómo nos influye la publicidad en la creación de necesidades superfluas.

Tenemos que conseguir crear un cambio social en torno a nuestros hábitos de consumo. El principio fundamental es que todos somos corresponsables con nuestra compra de los impactos sociales y ambientales de la producción. No saber el impacto de lo que compramos no nos hace menos culpables.

Yo creo que actualmente tenemos el poder de convertir nuestra capacidad de compra en un importante instrumento de presión. Tenemos a nuestro alcance la posibilidad de premiar a los mejores y rechazar a los peores, exigiendo el cumplimiento de determinadas garantías sociales, laborales y medio ambientales.

Ahora sólo hace falta que queramos…

En el siguiente vídeo, Annie Leonard (experta en desarrollo sostenible internacional y salud ambiental) analiza el ciclo de producción, consumo y deshecho de las cosas que consumimos en nuestra vida diaria. Dura 21 minutos, pero está todo muy bien explicado. Merece la pena verlo:

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