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Tengo que reconocerlo, siento un cariño especial por Plutón. Recuerdo perfectamente el día en que me enteré de que el pobre planeta había sido degradado a planeta enano por la Unión Astronómica Internacional (IAU). Era la última semana de Agosto del 2006 y yo estaba acabando la carrera de Ingeniaría Aeronáutica. Hacía calor en Madrid pero yo no podía disfrutarlo pues estaba en la biblioteca preparando un examen. Debía estudiar en profundidad las características de la última misión espacial de la NASA: la New Horizons (enlace a la web de la misión aquí).

La sonda espacial New Horizons había sido lanzada el 19 de Enero de ese mismo año. Su principal objetivo era visitar, por primera vez, el pequeño, frío y absolutamente lejano Plutón. Pero aquella decisión veraniega de la UAI le quitaba al título de último planeta del Sistema Solar, poniendo en entredicho los más de 650 millones de dólares invertidos por la NASA en la misión.

Y yo ahí, en la biblioteca, intentando memorizar las características técnicas del generador termoeléctrico de radioisótopos de la nave, sin poderme sacar de la cabeza la mala jugada que la habían hecho a Plutón. Era como dejar de lado a un compañero de clase por vestir mal o por bajito. Como cuando echaron a Dave Mustaine de Metallica, pero a nivel planetario.

Por suerte, la New Horizons siguió su camino por el vacío sin enterarse de nada y el próximo 14 de Julio, por fin, llegará a Plutón. Una interesante forma de justicia poética…

Si todo va acorde al plan de la NASA, el martes a las 11:50 horas GMT (13:50h en España) la sonda espacial New Horizons pasará a unos 10.000 kilómetros de Plutón. Para ello, habrá invertido más de nueve años en recorrer una distancia equivalente a 32 veces la que separa la Tierra del Sol. Es el último gran viaje interplanetario que probablemente veremos en los próximos 20 años. “El cierre a la primera era de exploración,” en palabras de Alan Stern, el principal investigador de la misión.

Desde su descubrimiento en 1930, Plutón se he mostrado esquivo y misterioso. Está tan lejos de la Tierra y es tan oscuro que ni siquiera los telescopios más potentes han podido podido ayudar a desvelar casi nada de su superficie helada. Por eso muchos astrónomos llevan años tratando de imaginar qué es lo que vamos a encontrar ahí, cuando por fin tengamos imágenes de calidad suyas y de su luna más grande, Caronte. “El Plutón que imaginamos simplemente desaparecerá como humo,” asegura Stern.

El planeta X

El misterio que rodea Plutón empezó, de hecho, mucho antes de que fuera descubierto. En 1905 Percival Lowell, un aristócrata norteamericano aficionado a la astronomía, predijo que debía haber un nuevo planeta muy distante. Las trayectorias de Neptuno y Urano no encajaban con los cálculos de astrodinámica basados en sus masas, y una posible explicación para explicar dichas irregularidades era la existencia de un nuevo mundo perdido en el extremo del Sistema Solar. Su atracción gravitatoria afectaría a los otros planetas cercanos modificando sus trayectorias.

A partir de ese momento muchos astrónomos se lanzaron a la búsqueda del que fue llamado planeta X. Hacía 50 años que no se descubría ningún nuevo planeta, así que el que lo lograra pasaría a la historia. El propio Lowell se dedicó a escudriñar el cielo y a realizar cálculos sin descanso desde su observatorio de Flagstaff (Arizona), pero murió el año 1916 sin poder estar seguro de la existencia del planeta X.

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Estereocomparador usado para encontrar Plutón. Fuente: Pretzelpaws

No fue hasta casi 15 años después que un joven llamado Clyde Tombaugh lo localizó. Llevaba alrededor de un año trabajando en el observatorio de Lowell, usando un instrumento que permitía medir movimientos de objetos celestes llamado estereocomparador (ver imagen derecha). El trabajo era más que tedioso: superponer y comparar dos fotografías del cielo nocturno, con miles de estrellas cada una. Si sobre el fondo de estrellas común en las dos fotografías se localizaba algo que se hubiera desplazado significativamente, podía tratarse de un planeta o un asteroide.

Tocaba mirar cada pequeño puntito con atención en la primera imagen, luego tenía que ver si en la segunda coincidía su posición. Punto a punto, varios miles de puntos por fotografía, varias fotografías por día, sin descanso. Y de repente… ¡Una tenue mancha gris parecía no estar donde debía! Era el 18 de Febrero de 1930 y aquel brillo casi imperceptible que se había movido entre las dos fotografías era el ansiado planeta X.

“Miras el punto y es insignificantemente pequeño,” asegura Will Grundy, miembro de la misión New Horizons que trabaja en el observatorio de Lowell. “Lo que no se es como no se volvió ciego de buscarlo en esas fotografías.”

El nombre de Plutón lo propuso una niña inglesa de 11 años llamada Venetia Burney. En la mitología romana Plutón era el dios del inframundo y, al igual que el nuevo planeta, habitaba entre sombras y solía desaparecer.

Sin embargo, la alegría por el hallazgo no duró mucho. Justo después de hacerse público el descubrimiento, un importante número de astrónomos empezó a sospechar que algo no encajaba. ¡Ese pequeño punto borroso que veían en sus telescopios no podía se el responsable de las perturbaciones en las órbitas de Neptuno y Urano!

Pero el problema no es sólo el tamaño. Además, el plano de su órbita se encuentra muy desplazado respecto al plano de las órbitas del resto de los planetas del sistema solar (ver imagen inferior). Y su rotación sobre su propio eje es más lenta de lo normal (un día dura 153 horas terrestres), con la peculiaridad añadida de que el Sol sale por el Oeste y se pone por el Este.

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Izquierda: Órbitas (no a escala) de los ocho planetas del Sistema Solar más Plutón. El plano de la órbita de Plutón se encuentra significativamente desplazado. Derecha: Imágenes más detalladas de Plutón hasta la fecha, tomadas por el telescopio espacial Hubble entre 2002 y 2003. Fuente: NASA / ESA

A lo largo de los años, las estimaciones de su masa y su tamaño se fueron revisando a la baja, pareciendo cada vez más pequeño y ligero. Hasta que en 2006 fue expulsado del club de los planetas para acabar siendo uno de los pioneros en el de los planetas enanos.

Observando la interacción de Pluto con su satélite, Caronte, los astrónomos saben ahora que la masa del planeta enano es cuatrocientas veces más pequeña que la de la Tierra y su diámetro es dos tercios del de la Luna. Descubierto en 1978, Caronte es casi la mitad de grande que Pluto, de manera que parecen formar un sistema binario. En realidad actualmente se sospecha que el sistema podría ser mucho más complejo, con cuatro lunas más girando de manera caótica e, incluso, intercambiando órbitas entre ellas.

“No me sorprendería nada ser sorprendido por el hallazgo de algo patologicamente extraño como esto,” dice Alex Parker, un postdoctorando involucrado en el equipo del New Horizons.

Preguntas y respuestas

Ante lo expuesto hasta el momento, quedan dos preguntas fundamentales por aclarar.

La primera hace referencia al planeta X. Si ya está claro que Plutón no es el responsable de las perturbaciones orbitales de Neptuno y Urano, ¿debemos buscar otro planeta escondido entre las sombras del Sistema Solar?

La respuesta es no, porque en realidad nunca existieron tales perturbaciones. A finales de los años 80, la sonda espacial Voyager 2 se acercó lo suficiente a Neptuno para poder calcular con mucha precisión su masa. Cuando el nuevo valor fue introducido en las viejas ecuaciones usadas para predecir su trayectoria, todo pasó a encajar perfectamente. No había ninguna perturbación, ni ningún planeta que la provocara. Un error que, como pasa a menudo, dio pie a nuevos y apasionantes descubrimientos.

Y aquí es dónde nos asalta la segunda pregunta. Si Plutón no es un planeta de los de verdad, si su órbita es rara, si su rotación también, entonces… ¿de dónde salió?

Durante décadas han coexistido dos teorías sobre la formación de Plutón. La primera declaraba que en realidad Plutón es una luna escapada de Neptuno. Su órbita y sus características geológicas parecían indicarlo, pero recientes estudios dinámicos de los dos planetas han permitido determinar que esta opción no es posible.

La teoría aceptada actualmente sostiene que en realidad Plutón es uno entre muchos cuerpos transneptunianos. Efectivamente, desde finales del siglo XX se han venido descubriendo un gran número de objetos más allá de Neptuno, con similares órbitas y características que Plutón. El conjunto de estos objetos forma el cinturón de Kuiper, una gigantesca zona situada más allá de Neptuno que alberga incontables cometas y planetas enanos de hielo.

Los restos helados que conforman el cinturón de Kuiper parecen ser residuos planetesimales, deshechos que nunca consiguieron conglomerarse para formar un planeta desarrollado hasta el final.

Sin embargo aún hay algo que hace especial a Pluto, pues es el mayor objeto conocido de todo el cinturón de Kuiper. Algo es algo, ¿no?

Nuevos y peligrosos horizontes

La sonda espacial New Horizons, no sólo pretende desentrañar los misterios de Plutón y Caronte, sino que intentará arrojar luz sobre otros objetos del cinturón de Kuiper. para ello, seguirá adentrándose en los confines del Sistema Solar una vez haya sobrepasado Plutón (ver diagrama en la figura inferior).

Pero antes tendrá que superar el peligroso encuentro del próximo 14 de Julio. El problema es que la sonda fue diseñada para pasar cerca de un planeta, pero ahora se sabe que la realidad es bastante más complicada.

En 2006 nadie contaba con Caronte, ni se tenía constancia de sus otras cuatro lunas: Styx, Nix, Kerberos e Hydra. Además, actualmente se sospecha que el sistema puede tener anillos, como los que rodean a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Este sistema complejo y caótico supone un riesgo importante para la misión.

“Cualquier cosa del tamaño de un grano de arena es potencialmente peligrosa para la nave,” dice Mark Showalter, miembro del instituto SETI. “Si corta una conexión eléctrica o impacta contra un procesador, pueden haber daños irreparables.”

Este peligro implica que la ruta que seguirá la New Horizons no está aún decidida. A medida que se acerque a Plutón, los instrumentos deberán ser capaces de detectar obstáculos para poder evitarlos. Pero la enorme distancia que nos separa de la sonda hace que las señales de radio tarden nueve horas en ir y volver, de manera que si el control de misión en tierra detecta un objeto peligroso pocas horas antes de la colisión, no habrá manera de evitarlo.

Durante las 24 horas en que la New Horizons rozará Pluto, la Tierra perderá todo contacto con la sonda y ésta deberá guiarse usando piloto automático. Esto sucede porqué la nave se orientará hacia Pluto y la antena dejará de apuntar a la Tierra. “Tenemos que elegir entre hablar con la Tierra o mirar a Pluto,” dice Stern.

Hace 110 años, Percival Lowell soñó un nuevo mundo. Hace 85 años, Clyde Tombaugh lo encontró. Desde entonces el misterio y la oscuridad han velado a Plutón. Esperemos que en pocos días podamos maravillarnos con las primeras imágenes realmente detalladas de este desdichado nuevo mundo. ¡Suerte!

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 Ah, y si quieres saber la se puede saber la posición de la New Horizons en tiempo real sigue el siguiente enlace: yaohua2000

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