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Me encantan los gatos, tengo que reconocerlo. Me gusta su independencia, su elegancia y, sobretodo, su manera de dejar claro que te están perdonando la vida unas cuantas veces cada día.

Eso sí, también reconozco que a veces son animales muy desconcertantes. Pueden invertir horas persiguiendo una vieja cuerda de guitarra que han encontrado en el suelo. Pueden pasarse una tarde entera dormitando en su rincón favorito del sofá y luego, de repente, pegar un extraño salto y cruzar la habitación a toda velocidad cómo si hubieran visto el diablo (un diablo gatuno, se entiende). ¿Y qué me decís de su extraña afición de desenrollar todo el papel higiénico del baño?

Pero, sin duda, hay un comportamiento que siempre me ha sorprendido mucho más que cualquier otro. ¿Por qué a los gatos les gustan tanto las cajas? Y no sólo las cajas, también se vuelven locos por meterse en bolsas de plástico, maletas o el lavamanos del baño. ¿Raro, no?

Pues no sólo los que compartimos la vida con gatos nos preguntamos el porqué de esta extraña manía. Resulta que hay científicos en todo el mundo investigando el comportamiento de los gatos, y parece que recientemente se ha llegado a una interesante conclusión: los gatos se esconden en cajas para reducir su estrés.

Los responsables de la más reciente publicación sobre el tema son Claudia Vinke y su equipo de trabajo de la Universidad de Utrecht. Para llevar a cabo sus experimentos, eligieron como grupo de estudio gatos comunes (Felis sylvestris catus) de una protectora de animales abandonados, pues éstos suelen estar sometidos a mayores niveles de estrés que los gatos domésticos.

habitáculos
Espacios en los que vivían los gatos durante el experimento. Fuente: L.M.Godijn

Los investigadores separaron aleatoriamente en dos grupos a 19 gatos recién llegados a la protectora. A diez gatos les dieron cajas de cartón y a nueve no. Para determinar el nivel de estrés de cada gato en particular, se observó su comportamiento durante 14 días y se usó un sistema llamado Kessler and Turner Cat-Stress-Score (CSS).

Los resultados demostraron importantes diferencias entre los dos grupos observados. Lo más importante que vieron es que los gatos que podían esconderse en cajas de cartón mostraban niveles de estrés significativamente más bajos que los que no podían esconderse, sobretodo en el tercer y el cuarto día. También vieron que el nivel de estrés del grupo que tenía cajas era muy similar, mientras que el del grupo que no tenía cajas variaba mucho en función del individuo.

La conclusión a estas observaciones es clara: los gatos que podían esconderse en cajas se adaptaron mucho mejor a su llegada a la protectora de animales en los primeros días. 

Pero los resultados (ver figura inferior) también demostraron que al cabo de 14 días los gatos que no tenían cajas habían reducido su estrés a niveles similares a los que los gatos que sí las tenían. Esto indicaría que al final todos lograron adaptarse a su nueva situación, y que la posibilidad de esconderse en cajas repercute fundamentalmente en la velocidad de adaptación.

Estrés vs. días
Nivel de estrés de los gatos en función de los días desde su llegada a la XXX. La línea continua indica el estrés medio de los gatos con cajas y la discontinua el de los que no tenían cajas. Fuente: L.M.Godijn

“Esconderse es una estrategia de muchas especies para afrontar cambios en el entorno”, explica Claudia Vinke. Por lo que podemos suponer que cuanto más confortable y estable es la vida de un gato, menos necesidad tendrá de esconderse.

Lejos de querer pasar por experto en el tema, puedo sin embargo corroborar dicha conclusión con mi experiencia personal. Yo viví varios años en Madrid, en un piso de estudiantes. Eramos seis chicos jóvenes y una gata hermosa, Cleo. Y más que un piso eso era una casa de locos. Fiestas, gente nueva, música, más fiestas. Cada día alguien salía con alguna idea de bombero nueva, y al resto nos parecía siempre muy interesante. ¿Y qué hacía la pobre Cleo ante semejante ambiente? Pues vivía loca por meterse en la primera bolsa, caja o maleta que encontrara. Bueno, también disfrutaba aterrorizando a cualquier chica que intentara sentarse en su sofá o acercarse a sus chicos, pero eso ya es un tema de territorio que no viene al caso.

Así que ahora me siento un poco mal por la pobre Cleo, pues parece que debía vivir un poco estresada. Por suerte, hay otros estudios que opinan que los gatos también podrían esconderse en cajas o bolsas en busca de calor, aunque… no. ¡Creo que en su caso era estrés!

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Para ver el artículo entero, publicado en Applied Animal Behaviour Science (ISAE), clique aquí.

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De propina adjunto algunas imágenes graciosas:

Cat-Bags

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Cat-in-Box

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