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Se ha dicho muchas veces que el fondo del mar es el secreto mejor guardado de nuestro planeta. Cuevas submarinas, chimeneas hidrotermales, fosas abisales que esconden animales increíbles. Y es que a pesar de que casi el 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, conocemos menos los grandes fondos marinos (por debajo de los 2.000 metros de profundidad) que la superficie de la Luna.

Sin embargo, si le preguntáramos al fotógrafo submarino Yoji Ookata, nos podría asegurar que no hace falta descender hasta esas profundidades para encontrar grandes sorpresas. Después de bucear incansablemente durante más de 50 años, Ookata se encontraba en la región semi-tropical de Amami Oshima, a escasos 26 metros de profundidad, cuando se topó con algo que nunca antes había visto.

En el fondo arenoso había sido dibujada una compleja estructura circular de unos 3 metros de diámetro. Formada por numerosas crestas y hendiduras simétricas, parecía el trabajo de un orfebre submarino. En un primer momento Ookata llamó a su descubrimiento “círculo misterioso”, por su similitud con los círculos de crop. Después de comprobar que nadie antes había observado algo parecido, decidió investigar su origen junto a varios colegas.

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Finalmente, a finales del 2012, un conjunto de cámaras subacuáticas pudieron grabar al misterioso artista de los fondos en acción. Y lo increíble es que éste resultó ser un pequeño pez globo que, usando sus aletas, trabaja más de un día sin descanso para trazar el círculo en la arena. Luego arrastra pequeñas conchas, las rompe, y las reparte a lo largo de los surcos cómo si pretendiera decorar la escultura.

Las imágenes que se han ido recogiendo posteriormente han demostrado que el pez globo realiza el dibujo para atraer a las hembras y aparearse en el centro del círculo. Incluso se ha determinado que cuanto más sofisticada es la trama de crestas y hendiduras, más atractivo parece para las hembras. Incluso los pequeños trozos de concha machacada parecen tener un sentido, pues los investigadores creen que aportan nutrientes importantes a los huevos que se depositen ahí.

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Y los más espectacular es que, ensayos realizadas en el laboratorio, han permitido demostrar que el círculo también contribuye a que los huevos no sean arrastrados por las corrientes. Así, quedan a resguardo de posibles depredadores.

¿Os parece decepcionante que detrás del trabajo de nuestro misterioso artista submarino no haya más que su imperiosa necesidad de aparearse? Espero que no. A mí me parece muy hermoso que la naturaleza sea capaz de crear verdaderas obras de arte integradas en sus básicas e implacables leyes de supervivencia. Hay ejemplos por todas partes: a 26 metros de profundidad, en el canto de un canario o en la telaraña del desván.

**Ah, y en el siguiente vídeo se puede ver al pequeño pez en acción. Genial 🙂

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